Para dar inicio, comparto una cosa que escribí sobre y para Ruda, hace mas de 10 años. Para ser mas precisa: en el frio invierno de 2007 (martes 26 de junio me recuerda mi antiguo blog).
Que este espacio se llene de palabras, que esas palabras sean acción, que esa acción sea siempre agrupadora.
Aquí voy. Con un recuerdo. Porque me gusta recordar.
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Llegó antes que yo. Y me esperó. Y me viste a la mañana. Ruda que me abraza cuando lloro. Ruda que rebalsa el vaso. Que me ahogo en el medio lleno. Que se ríe del medio vacío. Ruda que me salva. Me ataja. Ruda que ya no sabe más que hacer conmigo. Ruda que me da trabajo. Ruda que te quiero tanto. Tanto tanto. Ruda con un nudo en la garganta. Que yo también. Ruda que tiene miedo. Ruda que está aprendiendo a decir Te quiero. Ruda que prefiere los Yo también. Ruda que no le alcanzan los brazos para abrazar tan fuerte porque no sabe qué hacer con tanto amor. Ruda que me enseña a vivir mejor. Ruda que corre a que la abracen hondo. Que la tranquilicen. Ruda que se pierde. Que encuentra plumas en la cama. Ruda que se tira del tobogán. Que duda. Que se tira al agua a ver si vuela. Ruda que la llevan de la mano. Que no mira cuando cruza la calle. Ruda agradecida de que la encontraron. De que la atrapó la bruja de los colores. De un color. Que le sopla a la vergüenza en la cara. Ruda que regala. Ruda que juega con cajas. Ruda de vestido mágico que pasó de moda. Ruda que le dieron un pasaje para un tramo milagroso. Ruda de los De nadas. Ruda de la nada desvestida. Ruda que baila. Que se cansa. Que se va a dormir y se le enredan las pesadillas en los pelos. Ruda que se despierta y sueña.
Gracias Ruda. Me siento agradecida.
Ilustración y texto: Silvia Aguado